Un día más desde que tengo uso de razón, Iraq (oficialmente República de Iraq) vuelve a convertirse en noticia internacional. Estados Unidos, por primera vez desde que se emprendiera la guerra contra el Estado Islámico, ha iniciado la retirada de tropas del país.
Me he detenido un instante en la noticia -que pasa casi desapercibida entre la densidad política, el temporal de nieve en España, y otras borrascas y chubascos varios- para reflexionar sobre el alcance y los matices inimaginables de un contexto de crisis que, por diferentes motivos, dura desde hace décadas.
Aún siento el impacto que me produjo, a finales de los años 90, la noticia de que Estados Unidos bombardearía Iraq, siendo yo prácticamente una niña. En aquel momento no era capaz de comprender qué sucedería ni qué alcance tendría. Creo que tampoco sería capaz 20 años después. Ni siquiera logro entender con todos los matices las condiciones en las que se debe ejercer nuestra profesión en un entorno semejante. Los conflictos afectan a todos los ámbitos de la vida, y por ello, aunque pueda resultar insignificante, también a la Propiedad Industrial, a las marcas, a las instituciones y organismos gubernamentales que las administran, a los funcionarios y profesionales locales, a titulares y terceros interesados, incluso a las comunicaciones, servicios postales y tecnología y a los expedientes físicos que desaparecen o se destruyen.
No me cuesta imaginar un contexto en el que rigen otras prioridades. Por eso, personalmente estoy empezando a encontrar una justificación al hecho de que la Oficina de Marcas Iraquí haya decidido llevar a cabo una suerte de tabla rasa con algunos expedientes de marca, según hemos conocido estos días.
Interpreto que en un intento de renacimiento tras el desastre, entre las medidas y enmiendas que ha ido introduciendo la Oficina de Marcas Iraquí, se ha puesto en práctica un nuevo procedimiento de registro en el que se ha invertido el orden de algunos de los principales hitos procesales. Ahora, las solicitudes de marca quedan supeditadas al resultado positivo de un examen previo tras el cual se considerarán depositadas oficialmente, para pasar después a ser publicadas y registradas.
Esta medida no tendría una gran relevancia en nuestra profesión, de no ser porque ha ido acompañada de la decisión de suspender aquellas solicitudes de marca que hubieran sido depositadas bajo el amparo de la antigua ley y antigua práctica. A los titulares interesados se les da, como única opción, la re-solicitud de sus marcas con la preferencia de poder preservar la fecha de prioridad de la solicitud más antigua durante el procedimiento de registro de la nueva solicitud.
La reactivación de los procedimientos suspendidos parece verdaderamente improbable. Y esta improbabilidad parece cobrar sentido tras haber conocido estos días que, el 29 de enero de 2018, la Oficina de Marcas de Iraq ha comenzado a requerir oficialmente a los titulares de marcas suspendidas la re-solicitud de sus derechos a riesgo de resolver su cancelación.
Si bien hay que tomar esta noticia con todas las cautelas del contexto expresado, pues existen también opiniones e informaciones discordantes, lo que parece conveniente es precisar los intereses reales en Iraq y, por prudencia, re-solicitar aquellos registros que se consideren fundamentales.
Autora: Cristina Arroyo
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