Giovanni Boldini [Public domain], via Wikimedia Commons |
Con motivo del bicentenario que se celebra en estos días del nacimiento de Giuseppe Verdi conviene volver la vista atrás sobre un episodio curioso de su vida que entronca directamente con los derechos de autor. Resulta cuando menos paradójico que un creador de su grandeza se viera envuelto en vida en una acusación de plagio. Y más aún que el denunciante, Victor Hugo, no sólo igualaba en fama al compositor sino que era también uno de los artífices de la consagración misma de los derechos de propiedad intelectual tal y como los conocemos desde el siglo XIX.
Según parece el libreto de una de las óperas más populares de Verdi, Rigoletto, se basa directamente en el drama El Rey se divierte escrito por Victor Hugo unos años antes. Ambas obras están protagonizadas por un bufón deforme que jalea las proezas del Rey como seductor de doncellas hasta que éste pone sus ojos, precisamente, sobre la hija de aquel. La comedia acabará tornándose en tragedia.
El propio Verdi reconoció en una de sus cartas al libretista Piave, responsable directo de la adaptación, que repasando diversos temas para su ópera cruzó por su mente «como un relámpago de luz, como una inspiración» el drama del célebre escritor francés, «una obra grande, inmensa». La única preocupación del compositor en ese momento fue conseguir el permiso de los censores, habida cuenta las críticas a la monarquía, pero no la autorización del dramaturgo.
Victor Hugo emprendió la correspondiente reclamación, consiguiendo que el estreno de la opera se retrasase en Francia varios años. Al cabo, el célebre escritor sucumbió a la genialidad de Verdi y vino a confesar su admiración por la ópera. No sabemos si entre medias Victor Hugo pronunciaría alguna maledizione como la que persigue al pobre bufón a lo largo de la trama. Pero sin duda esta experiencia le serviría como ejemplo para impulsar en 1886 la aprobación del Convenio de Berna para la protección de las obras literarias y artísticas.
Mientras disfrutamos de la monumental obra de Verdi en estos días del bicentenario, recordemos que hasta entre los más insignes creadores la propiedad intelectual ajena no siempre ha gozado del respeto que merece.
Autor: Antonio Castán
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